El encanto de ganar. (2 de 2)

28.09.2018 08:06 de  MAROGAR .   ver lecturas

“Todas las mañanas, en cada rincón del mundo, desde las praderas de Islandia hasta los confines de Tierra de Fuego, de la Siberia más oriental a Brasil, el fútbol abraza los corazones de millones de hombres que se despiertan”. (René Fregui).

            Juan Carlos Osorio, seleccionador de Méjico en el “Mundial Rusia 2018”, aseguró: “Lo que debemos hacer es tratar siempre de ganar y buscar jugar de la mejor manera. Tener un equipo que merezca ganar, respetar al rival, pero obviamente también jugando a lo nuestro, considero que vamos por un buen camino”. Ya en mi libro “Fútbol bueno (no es igual) Jogo bonito”, en el capítulo de “Un juego de mentalidades”, incorporaba un pensamiento fundamental: “Ganar no es solo un pensamiento, si no es todo en lo que hay que pensar. Usted no gana de vez en cuando, usted no hace las cosas correctas de vez en cuando, usted las tiene que hacer bien constantemente. Y eso lo creará un hábito que lo lleve a la victoria”. Pero, ¿qué pasa si perdemos aún creyendo que se hacen las cosas muy bien? ¿Cómo se encajan las derrotas si nos creemos más preparados para ganar? 

Dicen que el boxeador Tyson construyó este pensamiento práctico: “Todo el mundo tiene un plan hasta que te meten un puñetazo en la nariz”. Y los equipos salen al terreno de juego con un plan premeditado de “cómo ganar” al equipo de enfrente hasta que, de pronto, se ven perdiendo. Y les entra la “neura”, pierden los papeles y la organización habitual, empiezan a presionar como descosidos de manera que, en una jugada aislada, les sale un remate marcando gol. Acaban creyendo, al fin y al cabo, que este es el camino definitivo. Sin razonar que fue una reacción impensada fruto de la agresión al amor propio. Cuántas veces una falta violenta de un contrario, o una mala decisión de un árbitro, una posible injusticia, origina que el equipo se envalentona más contra la irracionalidad de la decisión y se ponen a luchar contra el “enemigo” de una manera furibunda. Ese momento de “incendio”, violento incluso que algunos llaman “momentos apocalípticos”, pasa más veces de las que creemos incluso en equipos muy formados y cohesionados. Por ejemplo, ahora que se implantó el VAR y del cual todos estamos convencidos de que ha mejorado la precisión de las decisiones generales del partido, surgieron algunos entrenadores que aseguran “les perjudica”. Curiosa manera de contabilizar las decisiones justas de las injustas, de nuevo cito a Montaigne como la semana pasada: “Nunca se logra ningún beneficio sin perjudicar a otro”. O sea, para ganar hay que poner algo más a contribución: “No hay una rutina secreta, no hay un número mágico de repeticiones o series. Lo único que hay es, confianza, trabajo duro, constancia y el deseo de tener éxito”. 

Hace ya veinte años, viendo un partido de infantiles en Portugal, en la ciudad de Sesimbra, entre la Unión Deportiva Salamanca y Selección de Setúbal observé un excelente planteamiento táctico para la época y más con niños de 14 años. Los salmantinos salieron a jugar con tres defensas (Observen que no digo “tres centrales”) y los portugueses contrarrestaron con tres delanteros, dos de ellos muy pegados a las bandas derecha e izquierda fijando a ese espacio a dos defensas, y un delantero centro retrasado. O sea, no jugaban con “tres delanteros centro”. Los interiores (8 y 10) llegaban desde el medio campo con espacios útiles creados en los movimientos de los tres delanteros. En muy pocos minutos, los portugueses goleaban a los salmantinos y éstos no sabían como corregir su táctica y enfrentarse a la contratáctica de los de Setúbal. Lógicamente, la defensa de tres tan abierta y un central que no encuentra como referencia al delantero centro de turno, despistó por completo a los de la UDS. Porque, tampoco un medio centro se ocupó de buscar al delantero centro que se desmarcaba hacia dentro del campo y los propios laterales largos no tenían espacio que cubrir en banda porque las tenían cubiertas. 

También, antes del partido Sevilla-Real Madrid, en (As,26.09.2018) Javier Sillés aventuró otros conceptos útiles: “La distancia media de sus pases (Sevilla) supera los 20 metros… El triunfo del Getafe hace dos jornadas en el Pizjuán puede señalar el camino para el Madrid. La estrategia victoriosa de Bordalás residió en su forro defensivo en las bandas. Navas y Aleix Vidal no lucieron por la contribución incansable de Amath y Portillo, siempre en ayuda al lateral. La parálisis del Sevilla por los costados cerró sus vías más frecuentes para progresar: el 39% de sus ataques se suceden en la derecha y el 34% por la izquierda”. Una vez celebrado el partido descubrimos que la realidad fue distinta a las previsiones apuntadas y como dijera Gordon Stratchan, “El fútbol es un juego muy sencillo. Son los jugadores quienes lo hacen complicado”. En un ambiente muy caluroso en lo ambiental, el Real Madrid perdió 3-0, con un Sevilla muy acertado, jugaron aquellos con apatía en la presión, dejaron excesiva iniciativa en los metros decisivos, partiendo de que la posesión de balón fue suya hasta el 60% pero mal aplicada, por lo que se vio. En la otra sorpresa de la jornada de Liga, el Leganés ganó al Barcelona por 2-1 prácticamente en un minuto, al fin y al cabo, buena noticia para la Liga española. Si que es llamativo lo que dijo Cuéllar: “Los jugadores del Barça no nos han dado la enhorabuena”. Y es que a los grandes les cuesta perder…

En “lostiempos.com” leí que Didier Deschamps señaló: “Un poco de temor puede ser saludable”. Y lo dice un hombre disciplinado, trabajador esforzado del fútbol que, como jugador, ya levantó el título de “Mundial98” veinte años antes. Y él se pavoneaba: “Estoy aquí para conseguir objetivos”. Coincide con Simeone cuando asegura: “Yo no soy desagradable, pero tampoco estoy ahí para ser encantador”. En días pasados, el seleccionador de Francia ha sido galardonado con el “The Best” al “Mejor Técnico del año”, imponiéndose en la votación a Zinedine Zidane y Zlatko Dalic. O sea, fue ganador del mejor torneo celebrado en 2018. Aseguraba la psicóloga Mairena Vázquez, en junio 2016, que el hecho de ser aficionado a un equipo incrementa los beneficios psicológicos. “A ver, ¡que levante la mano quien no se haya emocionado nunca en algún partido!... El fútbol tiene un gran poder y es que para bien (o para mal) genera sentimientos. Mientras que unos adoran el fútbol y son super forofos, otros lo detestan con todas sus fuerzas. Pero si de algo estoy segura, es que ¡el fútbol no deja indiferente a nadie”! Yo estoy de acuerdo, asocio el fútbol a la felicidad, a la asociación de gentes en torno a un objetivo…

En una entrevista para UEFA, Luis Enrique habló de la Selección española: “No hay que cambiar el estilo con el que hemos sido campeones del Mundial en Sudáfrica y de las dos Eurocopas. Ha sido un estilo de ataque, asociativo, ofensivo y con una buena presión tras pérdida, pero estamos intentado evolucionar y mejorarlo porque cuando uno consigue ganar títulos a nivel mundial todos te copian y estudian, con lo cual, la gente encuentra muchas soluciones y te plantea muchos problemas”. Son maneras muy sutiles de ver el fútbol: “Presto mucha más atención a todo lo que tenemos que trabajar a nivel ofensivo, pero no ser más directos. Ser directo o no depende de dónde está el espacio, de dónde esté presionando el rival. En función de dónde está el espacio, tienes que aprovecharlo y buscar soluciones. No es lo mismo un equipo que te presiona alto o un equipo que esté encerrado en su área. En esos casos puedes ser más directo o menos”. Y con toda la lógica del mundo nos hace ver que “hemos perdido un poco el status, somos novenos en la clasificación de la FIFA y estamos deseando subir puestos y alzarnos con los de arriba. Para eso, necesitamos ganar, estos partidos sirven para eso y necesitamos ganar trofeos”. 

Clarísimamente, todos saben que el objetivo es ganar, igual que también la expectativa focaliza la victoria. O sea, realidad y sueños entremezclados. “Para un hincha hay muchas más tierras inexploradas en un campo de fútbol que en cualquier otro rincón del mundo. Y cada partido es un viaje hacia el descubrimiento de algo nunca visto”, según el escritor Fabrizio Caramagna. Sin embargo, todos quieren circunscribirse al hecho de “ganar”. La Liga 2018/19 está mostrando que no hay un ganador nato que arrasa en la competición, hasta un equipo como el Leganés que cierra la clasificación fue capaz de ganar a un Barcelona que fichó a mansalva al principio de temporada. Y no podemos calibrar hasta qué punto el encanto de ganar lo pueden disfrutar equipos que ganan pocos partidos en el transcurso de la Liga. Pero la paradoja sigue ahí: “Lo importante es saber perder, dicen los que no saben ganar”.

Salamanca, 28. setiembre de 2018.