El legado de la simpleza. 1 de 2.

17.07.2019 00:00 de  MAROGAR .   ver lecturas

“Abraza la simplicidad, reduce el egoísmo, ten unos pocos deseos”. (Lao Tzu).

              Leí en www.todojuveniles.com.una entrevista sobre “El legado de la simpleza”, los hermanos Gustavo y Marcelo Salinas, en “La Casa del fútbol amateur”, llevan una responsabilidad poco valorada como es la formación de jugadores.  Gustavo Salinas dijo: “Hoy es muy difícil encontrar jugadores con oficio. Como no consumen fútbol hay que enseñarles todo lo que tiene que ver con esto. Yo era delantero y miraba mucho la liga italiana para copiar a Van Basten. Los chicos no disfrutan, se aburren enseguida". Desde su óptica, al fútbol se juega corriendo y metiendo, pero también pensando: “Hoy el jugador es un 80% cabeza. Hoy llega el que está preparado de la cabeza, no tanto desde lo físico. Hay jugadores que son profesionales desde Séptima u Octava división, que están convencidos y a no ser que pase algo trágico, sabes que van a llegar”.

             Y poner énfasis en estas cuestiones conceptuales. “Jugar simple no significa jugar siempre de primera y a un metro”; “Jugar simple, significa hacer la jugada correcta en el momento preciso”; “Jugar a lo largo y ancho, jugar corto y jugar corto y jugar largo, jugar a ritmo lento dando seguridad al balón y jugar rápido con cierto riesgo”; “Jugar a ras de piso y utilizar el juego aéreo, realizar variaciones en el juego, de tal manera producir sorpresa en el equipo rival”; “No jugar todo el partido de la misma manera monótona, rutinaria y predecible”; “Salir de la marca sorpresivamente o atraer marcas”; “Llevar la iniciativa de la jugada ante el rival que lo marca”; “Lograr llegar con el balón dominado o de una pase al fondo de la cancha y realizar desde ahí un pase de gol”; “Llegar a la línea de fondo a través de una jugada individual, de un dos a uno, de una pared o lo más usual, mediante una pasada por la espalda del jugador que posee el balón, este apoyo de ruptura es la acción ofensiva que se debe buscar a cada instante”; “Tener una permanente convicción de convertir, estar siempre en busca del arco rival”…

              La suma de todos estos factores es la suma de acciones sencillas concatenadas que podrían complicar la mente del futbolista. Pero a medida que se conocen, a medida que se entrenan, todas las dificultades prácticas se van allanando: “La pared es una devolución de primera del compañero y en el dos a uno la devolución es de dos toques (pausa)”; “Saber tener el balón y saber para qué”; “Tener un balón para mantenerlo, para crear espacios, para atacar, para mantener un resultado, para recuperar energías, para cansar al rival, etc”; “Otros principios de juego deben manifestarse de manera permanente: movilidad, desmarques, simpleza, acompañar a quien lleva el balón, cambios de juego, etc.; “Jugar en amplitud… jugar en profundidad hacia delante – penetración”; “Reconversión de defensa a ataque”; “Atacar al arquero rival ante un tiro (ir al rebote)”;”Acompañar al jugador que tiene el balón”; y un largo etcétera entre las que se encontraría la “Improvisación” con dominio de la técnica: tacos, chilenas, paloma, túneles, rabonas, amagues, gambetas...

             En “El Gráfico” del 21. febrero de 1984, en sus “Crónicas”, se presentaba el equipo Unión de General Pinedo, Provincia de Chaco, anunciando “El triunfo de la simpleza”:  “¿Cómo pretender reconocer el logro de un equipo que recibe el aporte de sólo cien socios con sus cuotas al día? ¿Qué fuego sagrado los habrá iluminado para dejar atrás a Patria de Formosa, Sarmiento de Chaco y al mismísimo Boca Unidos de Corrientes y estar ahora en la pasarela del fútbol grande? Es cierto, desde lejos cuesta entenderlo. Cualquier intento racional choca con lo imposible. Pero hubo que acercarse a esos siete mil habitantes para comprender que lo suyo tiene una raíz. Que está entroncada con la fe, con la idiosincrasia de aquel que todo lo consigue con esfuerzo. Y claro, si sus jugadores no son siquiera profesionales. Están esparcidos por aquella tórrida geografía, cada uno con su oficio. Allá se los ve a los albañiles, empleados de la empresa de construcción del presidente del club, don Humberto García. Cerca nomás, el panadero, que duerme sólo cuatro horas diarias porque su trabajo y el entrenamiento le absorbe el resto. Y está el chapista, y el vendedor de lotería, y el expendedor de nafta, unidos todos por una misma pasión: el fútbol. Porque como dice uno de sus jugadores: "Nosotros todo lo logramos a puro pulmón. A los jugadores que estábamos en Pinedo se fueron agregando otros de pueblos vecinos. Y así, luchamos, porque a pesar de las limitaciones y los descuidos (me muestra dos paquetes de cigarrillos) nosotros tenemoslo que muy pocos jugadores profesionales: el amor a la camiseta". (…) “General Pinedo… hoy es un equipo de fútbol el que le da notoriedad. Y después de convivir con sus habitantes, saber de sus costumbres, sus penas y alegrías, sólo de algo estamos convencidos: Unión se clasificó, sencillamente, por la simpleza de su gente”. 

            Salamanca, 17. Julio.2019.