La teología, como el balón, es fundamental para el fútbol.

17.01.2020 16:12 de  MAROGAR .   ver lecturas

“Entiende mejor el fútbol quien sabe un poco de teología”. (Juan Villoro).

               Podríamos teorizar al respecto del fútbol utilizando las distintas teorías de la filosofía, en connivencia con la teología, de hecho, cada aficionado tiene su propia composición mental y trata de defenderla en todo momento y lugar, sobre todo cuando su equipo gana; porque cuando se pierde las meninges se cierran a niveles inimaginables, hasta el punto de que llegan a defenderse, una vez más, el fútbol de las TRES CES (Cojones, cojones y cojones) como la solución única y concluyente. Fórmula que casi nunca funciona pero los personajes que utilizan estos argumentos, al menos, se desfogan. El Barcelona, estos últimos días, destituyó a Valverde después de hacerlo de menos públicamente porque se supieron distintos contactos del club con otros entrenadores de fútbol: Xavi Hernández, Pochettino, Koeman, etc. Definitivamente, se decidieron por el santanderino Quique Setién, precisamente destituido la temporada pasada en el Betis de Sevilla. Entre las explicaciones del presidente Bartomeu escuchamos la falacia de que “quieren revitalizar el equipo”, justo cuando ocupa el primer lugar de la Liga española 2019/20. Como todas las explicaciones innecesarias, sus argumentos rayan con las innatas teologías de los directivos (estudio de dioses, o eso se creen ellos). 

              Juan Villoro escribió en “Bitacora.com” aspectos interesantes del fútbol de difícil localización en otros “sabios” futbolísticos: “Yo creo que para entender una sociedad tenemos que saber cómo se divierte la gente, cómo delega sus ilusiones, sus pasiones, cómo se organiza, cómo decide pasar el domingo. Y una sociedad sólo se explica a partir de estas congregaciones voluntarias donde la gente delega sus intereses y desfoga lo que lleva adentro. Y el fútbol es la forma más repartida y organizada de la pasión en el planeta Tierra. Es una manera de entender nuestros tiempos, que se soslayó, pero hoy en día es un asunto inescapable. Ya todo el mundo habla del tema. … El fútbol tiene muchas luces y sombras. Dentro de las sombras están la xenofobia, los nacionalismos, el machismo, el dopaje, la explotación económica, el uso político de los equipos, incluso en países que uno asume como muy desarrollados como Italia. Berlusconi llegó a la presidencia utilizando el lema de la selección italiana, "¡Forza Italia!", y además con el prestigio que le daba ser el dueño del equipo Milán de fútbol. Vemos estos trasvases de la corrupción al mundo del fútbol que concita tantos intereses que evidentemente no se puede sustraer a la impunidad y todas las lacras que caracterizan a una sociedad. Pienso que es como los espejos de las ferias, que de pronto agranda y distorsiona un tanto lo que ocurre en las sociedades. Un espejo muy acrecentado de lo que vivimos”. 

              (…) “Cuando nosotros vemos un partido por televisión, el camarógrafo es rehén de la pelota, es decir, solamente cubre el punto de la cancha donde está la pelota, pero pasan muchas otras cosas en el juego. Hay fintas, desplazamientos, hay cosas que se están fraguando y también están las tribunas. Todo eso que no se ve normalmente me parece muy interesante. Y luego los resultados: también el fútbol es rehén de la estadística y parecería que lo único importante son los récords. Pero hay muchas cosas que no sucedieron, pero que podrían haber sucedido y esas jugadas perdidas o jugadas a medias o lo que tuvo que dejar de pasar para que pasara otra cosa. esos misterios me parecen muy importantes para un cuento.  (…) “Entiende mejor el fútbol quien sabe un poco de teología. Quien se adentra en las supersticiones, quien es capaz de entender y tener empatía por la vida privada de los jugadores, de los eventos deportivos, quien se ocupa del contexto político, quien indaga un poco de la corrupción económica. Todos estos componentes, la semiología, los signos que están en juego...” 

             “Escribí un libro que se llama “Los once de la tribu”, porque creo que en los grandes días un equipo de fútbol no representa un deporte, no representa una escuadra atlética, representa algo más. Puede representar un sindicato, una iglesia, una universidad, una ciudad o un país entero en caso de las selecciones nacionales. Los jugadores son los nuestros, son “Los once de la tribu” que eligen representarnos, y esa pasión colectiva que delegamos en ellos es lo más importante. Por eso creo que a pesar de la globalización siempre la escuadra local es más importante. Hay un poema muy hermoso de Fernando Pessoa que dice "el Tajo es más grande que el río de mi pueblo, por sus aguas se va el mar, ahí zarpan los grandes navegantes", y ahí comenta, "pero el Tajo no es más grande que el río de mi pueblo, porque no es el río de mi pueblo". Para nosotros el río más grande siempre es el de nuestro pueblo, que es el que está cerca de nosotros... Y el equipo del barrio siempre va a ser más importante. Pero con la televisión satelital podemos ver partidos que, además, a nivel de calidad son incomparables. El gran fútbol del mundo está en la Champions, y ahí podemos ver a jugadores de todo el mundo”.

              Y todos nos vamos afiliando a ese “chauvinismo” de Pessoa de tanto encariñarnos con nuestro propio equipo. En julio 2010, Jhonny Castillo, escribía que el fútbol no es ciencia. Esperemos que no utilice argumentos teológicos: “Sería una estupidez pretender que no se cometan errores en un juego cuando lo lúdico y lo festivo era para los griegos todo lo contrario a lo serio y lo riguroso. No hay nada más cercano al goce sublime y casi metafísico que el ocio y la libertad que produce el juego por el juego mismo. Las normas y las reglas son necesarias, pero no deben servir para encarcelar las pasiones, la irreverencia, la belleza y la locura del fútbol. No tendría sentido un deporte que privilegiara como fin último la perfección en detrimento del placer y la alegría que genera lo impredecible. Sobre todo si tomamos en cuenta que en estos tiempos la gran discusión epistemológica es el cuestionamiento a la idea de lo absoluto y lo perfecto. 

              En su afán por producir más dinero y multiplicar el número de fanáticos, la Fifa intentó aplicar una serie de modificaciones que por suerte no dieron los resultados deseados. Estas reformas incluían hasta la locura de aumentar el tamaño de los arcos para que se produjeran más goles en cada partido. Somos del criterio que uno de los grandes errores de la dirigencia ha sido pensar que el mayor atractivo del fútbol es el gol y eso no es realmente cierto. El balompié es un deporte sui generis, particular y específico que debe ser valorado como un todo. Siempre hemos dicho que atentar contra la esencia y las características fundamentales y propias del fútbol sería como meterle un brochazo a la Mona Lisa”.

             “Los perfeccionistas cuadrados, amantes de la lógica, especie de Albert Einstein del fútbol, piensan ingenuamente que, con la implementación de videos, cámaras, detectores, rayos láser y todo tipo de fetiche tecnológico se acabarán los errores en la aplicación de la regla y por consiguiente el fútbol pasará a ser un deporte prístino y sin las “máculas” arbitrales que tanto avergüenzan a los positivistas trasnochados del balompié. Lo que no intuyen estos tecnólogos es que, por suerte, esa perfección es imposible no solamente en el fútbol sino en todas las actividades humanas. No habría nada más aburrido que un partido sin el más mínimo error, sería como vivir en la mítica utopía donde nada sucede, nada cambia y todo permanece... Si algo generaría una crisis en el fútbol eso sería precisamente intentar cambiar su esencia, y no hay cosas más valorada en el fútbol que su misma imperfección. Ustedes se imaginan que en cada momento cuando se produzca una polémica decisión haya que consultarle a un detector o una cámara de video si hubo gol, fuera de juego, penalti o falta. ¿Acaso, al igual que el silbato, esos instrumentos no son manipulados por seres humanos? Pareciera una contradicción, pero estamos casi seguros que para quienes conocen los aspectos técnicos del fútbol, que son la mayoría sus seguidores, lo más importante no es el gol, sino todo lo que se produce antes de llegar a él. Es una condición sine qua non que para que se produzca un gol antes deben darse una serie de circunstancias que son las responsables de la emoción y la tensión permanente en los espectadores. No en vano el gol ha sido comparado con el orgasmo. Estamos seguros que la Fifa ha estudiado todos estos factores. Por eso creemos que jamás, a pesar de las presiones, cometerá la estupidez de sustituir las decisiones de los árbitros, hombres de carne y hueso, por detectores y cámaras de video. El día que esto ocurra, con ello se estaríamos asistiendo a la muerte del fútbol”.

             Como podemos comprobar, en 2010, a pesar de las buenas ideas y reflexiones del autor de este artículo de J. Castillo, sus deseos no se han cumplido porque la teología del VAR ya está ahí implantada, con sus virtudes y sus defectos, pero sinceramente pienso que ya no tiene marcha atrás… Eso sí, también espero que el pretexto del VAR no sirva para “rearbitrar” los partidos o corporativizar más a los árbitros que vigilan las pantallas y que no quieren desautorizar a sus colegas en el campo. Eso sí que sería la muerte del fútbol. Esa teología de andar por casa corre el riesgo de vulgarizar las decisiones arbitrales con la consiguiente pérdida de confianza y fiabilidad. La misma vulgarización que soporta con una sonrisa Zinedine Zidane cuando en la rueda de prensa, previa al último partido contra el Sevilla, acepta para escarnio de sus críticos que puede ser “lo de la flor en el culo”. Pero con un buenismo enternecedor: “Es posible que tenga suerte… Soy un hombre afortunado”. Y con su sonrisa eterna destruye cualquier ánimo agresivo del periodismo contradictorio. Igual que admite en público las magníficas cualidades de Valverde ya ex entrenador del Barcelona, igual que acepta con toda naturalidad que igual le pasaría a él si perdiera los dos próximos partidos, como ya le ocurriera hace mes y medio. Zidane acepta plenamente lo que es la actual teología del fútbol.

             17.Enero.2010.