Lo primero es lo primero.

10.10.2019 09:51 de  MAROGAR .   ver lecturas

“El reloj representa los compromisos, las citas, los horarios, las metas, las actividades: lo que hacemos con el tiempo y cómo lo administramos. La brújula representa nuestra visión, nuestros valores, nuestros principios, nuestra misión, nuestra conciencia moral, nuestra orientación: todo lo que sentimos que es importante y el modo como dirigimos nuestra vida. La lucha se desencadena cuando percibimos una brecha entre el reloj y la brújula”. (Stephen Covey).

            Vemos en los partidos de fútbol de la Liga española, también en competiciones internacionales, los distintos ritmos que aplica cada equipo para ganar el partido. Hay equipos que juegan con el reloj queriendo marcar de manera inmediata y, después, con un gol de diferencia a favor, hacerse fuertes en su propio campo y especular con el juego del equipo contrario. En otros casos, a ser posible, provocarles el fallo para recuperar la pelota o, simplemente, hacer una defensa posicional esperando las pérdidas naturales del equipo contrario, que tantas veces no encuentran demasiados espacios por los que penetrar. El reloj es muy utilizado por los equipos llamados superiores, siempre piensan que el gol llegará en un momento o en otro, y no se afligen porque pase el tiempo y no marquen con claridad. Van consumiendo minutos en la maduración del contrario y mantienen el pensamiento de que el gol llegará en cualquier momento, pero sin agobios, sin precipitarse. Si en el intervalo reciben un gol en contra, se aceleran durante un rato y hacen un fútbol mucho más ágil que cuando iban empatados, se aceleran las acciones, se avanza más sobre el campo contrario y las posesiones ya se producen en tres cuartos de campo intentando abrir la defensa enemiga y marcar al menos el empate. Son las dos caras que condicionan el resultado

            Estos equipos que se creen superiores, raramente van a ganar el partido desde el primer minuto. Por el contrario, los equipos que ganan menos suelen tener estrategias contrarias, intentan marcar al principio y luego ya se verá como evoluciona el juego. No me extraña lo que Sun Tzu nos señaló en “El arte de la guerra”: “Entérate primero de lo que pretende (el enemigo) y después anticípate a él. Mantén tu disciplina y adáptate al enemigo, para determinar el resultado de la guerra. Así, al principio eres como una doncella y el enemigo abre sus puertas; entonces, tú eres como una liebre suelta, y el enemigo no podrá expulsarte”. Sin dudarlo, creo que el maestro en manejar parsimoniosamente el partido es el Real Madrid, máxime ahora que perdió a Cristiano Ronaldo que era el que desmarcaba sistemáticamente al frente exigiendo balones con desmarques a los espacios, aquel fútbol torbellino que el líder imponía ahora se ha difuminado. Y no comparo al Real Madrid con el Barcelona, pues éste sigue siendo el rey de la pausa que no tiene nada que ver con la actitud displicente de los madridistas.

            Es verdad que el general chino proclamaba “la necesidad de líderes prudentes, atemperados, templados y desapasionados, frente a la turbación de los líderes demasiado emocionales, cuyo apasionamiento acaba siendo “irracional” por iracundo”. Sin embargo, ambos dos modelos los tenemos en la Liga española y, frente al “saber estar” de Ernesto Valverde o Zinedine Zidane, creo que la mayoría de aficionados se inclinan por la vehemencia del “Cholo” Simeone, sobre todo cuando su equipo suma. Pero se da la paradoja que el vehemente líder no es un modelo destacado en la toma de riesgos buscando la victoria en ataques permanentes, sino que suele ganar por poca diferencia de goles y los riesgos asumidos son más bien que el resultado lo defiende durante mucho tiempo, juega con su reloj y el del contrario, entre ceja y ceja quiere llevar a buen término los tres puntos del partido con una disciplina más férrea que los demás, sobre todo manejando el partido con actitud defensiva y no pretende ir a por el siguiente gol sino que confía más en defender la renta existente. Es posible que “la prudencia como valor directivo - entendida como templanza y criterio - cotiza al alza” (Lao Tse).

            A lo mejor debemos plasmar algunos pensamientos de “Tao te Ching” susceptibles de aplicar al mundo del fútbol y para mejor gestionar los partidos de la Liga: “El que camina a grandes zancadas no irá muy lejos”; “Lo débil y lo tierno vencen lo duro y lo fuerte”; “El bondadoso no es necesariamente elocuente. El elocuente puede ser malvado”; “Un caudillo sabio nunca es belicoso. Un guerrero sabio nunca se enfurece. Quien sabe vencer al enemigo no ataca. Quien ha vencido se detiene. Esta persona no se permite ejercer violencia sobre el enemigo derrotado. Después de obtener la victoria, no se enaltece. Vence y no se siente orgulloso de esto. A tal persona no le gusta hacer la guerra. Vence sólo porque le fuerzan a pelear. Y a pesar de que vence, no es belicoso”. Lo que pasa es que el gran público dista mucho de encontrar estos estados de ánimo demasiado inteligentes, normalmente se quiere vencer, pero, el contrario debe ser humillado, a ser posible mostrándole “manitas” de goles, si es posible el regodeo frente al vecino forma parte de la victoria, hay que ganar “calisténicamente”, rayando el “hooliganismo” y nunca con suavidad o elegancia deportiva.

            Y cuando cada cual manejó el reloj según su estrategia y planificación previa del partido, también deben hacer caso a su brújula interna con la visión, valores, principios, conciencia moral, orientación, pero todo lo que se siente respecto al juego no deben olvidarse nunca del balón. ¿Queremos ganar con balón, o sin él? Ahí es donde el balón toma su protagonismo fundamental en un partido de fútbol. Habrá entrenadores que quieren jugar la pelota desde la salida del portero y mantienen sus mecanismos y objetivos a lo largo del partido como un principio natural. Otras veces, romperán esa premisa si detectan que el contrario presiona adecuadamente y aquella idea de sacar el balón suma riesgos innecesarios, hasta el punto de dar la razón a Zinedine Zidane cuando dijo hace pocas jornadas que “Hay que mandar el balón a tomar por saco” porque una pérdida innecesaria supuso un empate casi al final del partido, perdiendo dos puntos interesantes. 

            Por eso me aferro a Lao Tse de nuevo: “Gobierna mejor quien gobierna menos”, aunque en esta ocasión a lo mejor debió intervenir más directamente. Y se confirma en estos casos la aseveración de que “Lo primero es lo primero”, aquí no se discute la ética ni la estética, se discute el hecho de ganar el partido por encima de todo y ante una situación bastante fácil de resolver: “A tomar por saco la pelota”. Paul Theroux señalaba en “El tao del viajero”: “Y hagas lo que hagas, no te olvides de la brújula”. Porque en el fútbol, quizás en la vida, son compatibles diversas estrategias que puedan parecer contradictorias. “Sólo llega a puerto el navegante que tan seguro está de su brújula como de su vela”, según José Ingenieros en “Las fuerzas morales”. 

           Pero no nos equivoquemos, es una nueva reflexión para los aficionados “calisténicos” que suelen aconsejar a los suyos hacerlo todo con “dos cojones”, Georges Perec nos ilustra, en “Especies de espacios”: “El espacio parece estar más domesticado que el tiempo: en todos los sitios encontramos gente que lleva reloj, pero es muy raro encontrar gente que lleve brújula. Necesitamos saber la hora en todo momento, pero nunca nos preguntamos dónde estamos. Creemos saberlo: estoy en mi casa, en la oficina, en el metro, en la calle. Es evidente, por supuesto, pero, ¿Hay algo que no lo sea?”

            Todas estas reflexiones pueden parecer una amalgama de filosofía barata, hasta quien asegurará que esto no tiene nada que ver con el fútbol. Es lo mismo que la Selección española que siempre peleó con la “furia española” hasta que nos dimos cuenta de que con la fuerza bruta nunca acabábamos de ganar Campeonatos importantes, siempre había alguien más fuerte que nosotros. En 2006 la Selección española de Luis Aragonés no ganaba con claridad y mantenía una pugna dialéctica con el periodismo debido a discrepancias notables en los partidos por entonces. Dos años más tarde, en 2008, “El Zapatones” concluyó su análisis con plena inteligencia y se apoderó de la idea mágica de Cruyff y Guardiola de no jugar “al choque”, de utilizar nuestro juego sibilino con el balón, de asociarse, de mantener la pelota y desgastar a los contrarios, de ganarles en los espacios creados con las asociaciones en torno al balón, de crearles superioridades numéricas y tácticas, hasta ganar el “Europeo” con solvencia futbolística, por supuesto contando con jugadores que en aquel momento era difícil superarlos. Labor que continuó Vicente del Bosque, incluso variando a más del 50% de los futbolistas convocados para volver a ganar el “Mundial 2010” y con nuevos jugadores el “Europeo 2012”. Lo que confirmó la máxima de Leonardo da Vinci: “Los que se enamoran de la práctica sin la teoría son como los pilotos sin timón ni brújula, que nunca podrán saber a dónde van”, nuestros técnicos y futbolistas se adueñaron de la teoría ya aplicada en el Barcelona para ponerla en práctica en la Selección, en este caso incluso con jugadores no barcelonistas que no habían practicado en su equipo las mismas premisas para ganar.

          Espero que volvamos a esas mismas esencias del fútbol español. Como firmase en su libro Stephen Covey, “Primero lo primero. Vivir, amar, aprender, dejar un legado”.

           Salamanca, 10. octubre. 2019.