Apología del fútbol añejo, nos podría lleva hacia una nueva normalidad.

01.10.2020 00:00 de MAROGAR .   ver lecturas

“La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?” (Proverbio chino).

           En 2010 publiqué el libro “Apología del fútbol” y quiero compartir, de nuevo, aquellas reflexiones aún vigentes, o a mí me lo parece. Incluso con innovaciones para regenerar corazones partidos de los equipos. A lo mejor, volviendo a nuestras ideas infantiles del fútbol, se puede resurgir:

** Me gusta este juego entre veintidós jugadores dentro de una superficie de 7.000 m2., donde las habilidades con un balón son capaces de marcar mis estados de ánimo: la disputa, la victoria, la derrota, la serenidad, la alegría… Y lo digo de corazón.

** Disfruto de la fuerza de la táctica y del frenesí por ganar tanto de los individuos como de los equipos. Alabo tanto las virguerías con el balón como el juego inteligente de posiciones…

** Huyo del espectáculo amarillista del fútbol, de la publicidad mundana que no tiene nada que ver con el deporte, del fútbol que está reñido con los lujos de salón.

** Los contratos maravillosos de unos pocos equivocan a la masa, ciega a los aficionados creyendo que todos acabarán millonarios… afortunadamente abunda la gente que, simplemente, juega por jugar… sin más.

** Es bueno trasladarse a épocas infantiles. Tiempos aquellos donde los equipos se formaban en la calle, en cualquier solar, a cualquier hora y con cualquier balón… Sin árbitro, sin medios, sin porterías, sin tácticas, sin intereses individuales, sin egoísmos personales. Altruismo total.

** Los dos capitanes, los dos líderes, se ponían uno enfrente del otro y contaban pasos. Hasta que uno acababa montando el pie más adelantado sobre el del otro… Y comenzaba la elección de los compañeros, cada capitán hacía su propio equipo.

** No había más que defensas, medios y delanteros. Eso sí, “El Gordo” de portero. Y además era el amo del balón, aquella masa amorfa ni redonda ni ovalada; ni rectangular, ni cuadrada; aquel balón amalgama de caucho de la fábrica de tapones de penicilina.

** Los defensores la pegaban adelante y guardaban la posición; los medios sabían manejar el balón y daban pases medidos acompañando al ataque con inusitada solidez para resolver a veces con un buen tiro a puerta; y los delanteros eran los más rápidos, los más hábiles, los más ratoneros y oportunos con toda la gama de virguerías técnicas con el balón, buscando siempre el gol.

** Aquel fútbol donde los niños jugaban con botas remendadas, con tiras de suela entresacadas de los zapatos viejos tirados en los basureros. Los tacos redondos argentinos no se conocían todavía. El balón botaba siempre al lugar más imprevisto donde nadie lo esperaba. Fútbol del bueno, aquellos equipos garantizaban tan solo entusiasmo porque todos los niños practicaban el “Todos para uno y uno para todos” al más puro estilo D’Artagnan. Nos protegíamos los unos con los otros, las críticas mutuas no aparecían ni en los momentos de mayor tensión.

** Los largueros y los postes eran más o menos imaginarios, los balones altos los calculábamos a ojo y no hacía falta un árbitro porque siempre nos poníamos de acuerdo… era un fútbol fuerza espontáneo por naturaleza donde todos consentíamos. 

** “De portería a portería, es una marranería”, voceábamos si en los saques de puerta se llegaba con el balón de lado a lado del campo; también en los saques de esquina teníamos nuestros códigos, “A los tres penalti” decíamos…

** “¡Hemos ganao, hemos ganao, el Equipo Colorao!”. Era la frase pandillera, de barrio, cuando uno de los equipos se retiraba y quería hacer valer su victoria públicamente. 

** En aquel “Equipo Colorao” los mejores no hacían de menos a los peores, todos se consideraban partícipes de las victorias y sobre todo de las derrotas… Con todo, el fútbol era una constante.

** Esas fuentes de jugadores se han perdido. Solemos hacer apología de un personaje, de una época, de un país. Podemos elogiar situaciones de un partido de fútbol, alabar a unos jugadores, justificar una victoria o una derrota. Pero lo que siempre defenderemos es el fútbol que juegan los niños, sin cortapisas tácticas ni juego predeterminado. El fútbol tiene que volver a muchos de sus principios…

1. octubre. 2020.