“Queremos fútbol del norte”, pero sin renunciar a su indiscutible belleza... 1 de 2.

20.05.2023 00:00 de  MAROGAR .   ver lecturas

“Lo que hoy se entiende como fútbol norteño  - directo, pasional y practicado sobre un lodazal - nos remite a esos años en los que parecía llover todos los días”.(Alejandro Alvarfer).

             Disfruté en https://colectivobruxista.es de unas reflexiones estupendas de Alejandro Alvarfer, año 2018, sobre un asunto del que discutimos muchas veces, hace ya muchos años. “Aunque hoy sea difícil de creer, el fútbol, durante los años setenta y ochenta, era algo poco atractivo para la gente “cool”. Sucio, violento y extremadamente proletario, el balompié ochentero era cualquier cosa menos un espectáculo edificante, y durante esos años se llegó incluso a temer por su supervivencia. El final de la década de los setenta había sido una época oscura para Europa, sobre todo para los jóvenes pertenecientes a la clase trabajadora, que veían como todo el ecosistema vital de sus padres se venía abajo con la famosa estanflación y la crisis de la economía manufacturera europea: cierres de fábricas, huelgas, paro juvenil, droga malcortada y barrios convertidos en esos pueblos fantasmas a los que cantaban los “Specials”. 

           (…) “Y el fútbol, aunque hasta hace poco a nadie se le hubiera ocurrido calificarlo de “arte”, siempre ha reflejado el ecosistema que lo rodea. Practicado por individuos con pinta de ex presidiarios que eran mucho más parecidos al aficionado medio de lo que es habitual hoy en día, el fútbol era, más que duro, violento. Campos embarrados, entradas duras, un juego áspero y sin concesiones que se solía jugar de área a área y que no era para neófitos ni diletantes. De hecho, pocos intelectuales lo reivindicaban, incapaces de ver más allá de un rito embrutecedor diseñado para que las clases bajas saciaran su sed de bajos instintos. Es lógico, un subrayado ejemplar de Georg Lukács no servía de nada en aquellas gradas comanche, salvo para estampárselo en la jeta al portero contrario si el ilustrado de turno tenía buena puntería”.

             (…) “La relación del aficionado con el futbolista también era distinta, mucho más cercana que ahora. Los jugadores salían andando del estadio, y era extremadamente inusual ver a un adulto no tratado con sulfato de litio enarbolar una cartulina decorada con corazoncitos en honor a su ídolo. También era más cercana la relación del aficionado con el club, casi siempre propiedad de sus socios y no de un arribista ansioso de poder y dinero. Aunque el fútbol siempre ha atraído a este tipo de personajes, el modelo de asociaciones deportivas sin ánimo de lucro que imperaba en la mayor parte del continente favorecía una identificación que iba más allá del espectáculo: el club era una asociación cuya membresía pasaba de padres a hijos y que estaba por encima de los resultados. El aficionado era, al menos en teoría, algo más que un cliente”.

           (…) “Pero si algo caracterizó al fútbol de esos años, además del juego duro y directo, fue el triunfo inesperado de clubes modestos o - por lo menos - no muy poderosos. En Inglaterra triunfaron el Derby County y el Nottingham Forest (Copa de Europa incluida). En una España profundamente centralista lo hicieron la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao y a punto estuvo de hacerlo el Sporting de Gijón en 1978. Hoy en día, ver a un equipo como el Nottingham Forest en una final de la Champions League es un ejercicio de pensamiento positivo que no sería aceptado ni por un Paulo Coelho puesto hasta arriba de ácido. Es cierto que en Inglaterra, por su particular reparto y organización (heredera, en parte, de la épica de aquellos años; todo el mundo sabe que los ingleses son nostálgicos incurables, por eso les queremos) todavía se pueden vivir sorpresas como el campeonato del Leicester, pero esos logros son demasiados excepcionales como para constituir algo más que la excepción a una regla implacable con los equipos modestos”.

             (…) “Curiosamente, tanto en Inglaterra como en España la mayoría de esos equipos humildes y aguerridos pertenecían a sus respectivas zonas septentrionales y practicaban un estilo de juego parecido, impuesto por las duras condiciones climatológicas. Así que en esos años reinaba el fútbol del norte. Por eso lo que hoy se entiende como fútbol norteño  - directo, pasional y practicado sobre un lodazal - nos remite a esos años en los que parecía llover todos los días. Los años del Nottingham Forest y del Sporting de Gijón, de batallas épicas en Atocha, El Sardinero o Las Gaunas.

           En semifinales de "Champions League", los del norte de Inglaterra ganaron 5-1 a los del sur de Europa (M. City 5 y R.Madrid 1). En una eliminatoria muy bien jugada por los ingleses contra los madridistas de pocas alternativas en esta ocasión. Mientras que el Sevilla, con prórroga incluida, fue un ganador del Sur que marcaron 2-1 a los del norte de Italia, la Juventus de Turín, en este caso disputando la "Europe League". Tanto el City como Sevilla llegan a la final donde les espera, respectivamente, el Inter de Milán y la Roma. 

          20.mayo.2023.