Sobre la belleza y el fútbol, todo un recorrido de ensueño.

06.01.2023 00:00 de  MAROGAR .   ver lecturas

“Lo bello es superior a lo sublime, porque es permanente y no sacia; mientras que lo sublime es relativo, pasajero y violento”. (H.F. Amiel).

            Un profesor de instituto, Gerardo Fernández Bustos, escribió el 8. febrero.2015, un artículo relacionado con la “belleza y el fútbol”. Es muy bueno, tanto por el contenido como por el tiempo transcurrido, para confirmar ideas futbolísticas muy poco tratadas muy afines a este mismo recorrido que yo emprendí hace bien poco.

            “Cualquier dogmatismo lo único que consigue es calcificar la vida y restringir la libertad. Hay un debate que corretea por las oficinas de los estridentes programas deportivos centrado en determinar si una rabona o un taconazo son provocaciones o no. Aún sigo entendiendo el fútbol como un arte, pese a que últimamente, debido al cálculo y al negocio, se me hace algo aburrido y tenebroso”. Significar que esta idea esta escrita en 2015 y, no hace ni dos meses, se preparó una “marimorena” porque Vinicius disfrutó una de sus acciones con un “bailecito” que sentó mal a algunos… O sea, cuesta evolucionar en el concepto que significan ciertas “pijaditas” del espectáculo, yo a eso lo llamé siempre la “cagadita de la mosca”.

            (…) “En esta época en la que la libertad de expresión está tan malentendida, es sintomático que no entendamos como provocación un manotazo o una patada y sí lo hagamos con un regate. Hay más provocación en el comportamiento que exhiben algunos equipos militarizados que en esos intentos por agradar. Pero no. Entendemos la militarización del fútbol como profesionalidad y el juego bonito como provocación. Por ese camino, acabaremos borrando de nuestra memoria los pases de Laudrup o los regates de Pelé. Hemos de entender que tildarlos de provocadores es como si a Picasso le hubieran prohibido pintar porque sus cuadros no se ajustaban a los cánones pictóricos”.

           Magnífica reflexión, de actualidad plena, en el fondo sigue siendo un problema de “malperder”, o lo que es lo mismo de mala educación deportiva. 

            Por supuesto, ha llegado el momento de simplificar actuaciones y comportamientos. Pongamos por caso la costumbre de ir ganando un partido y faltando tan solo un minuto de juego, un jugador del equipo ganador “se contractura”, se tira al suelo, se hace el muerto, obliga a que el árbitro haga entrar a las asistencias o la cruz roja y, cuando es apartado fuera del campo e iniciado el juego, dicho futbolista no tarde un segundo en pedir al árbitro que lo deje incorporar el juego.

           En parecidas circunstancias, el portero del equipo que gana llegar a parar el balón, hacer el nido con él, tirarse al suelo sin soltarlo, mantenerse en esa posición un tiempo “elevado” antes de incorporarse para sacar de puerta, y los árbitros no hacen ninguna mención para que el juego se reinicie con prontitud y sin pérdidas de tiempo. De hecho, se está incumpliendo el reglamento sistemáticamente, por cuanto en esas circunstancias está tasado el tiempo máximo de retención del juego. Aunque la falta de práctica de los árbitros ha dado carta de naturaleza a una jugada exclusivamente de “pérdida de tiempo” a la que no se presta ninguna atención sancionadora.

           Estos ejemplos añaden al fútbol una fealdad desigual, muy próxima al deterioro sistemático de un espectáculo que debiera jugarse a la máxima intensidad, sin detrimento por incumplimientos muy negativos de las Reglas que seguirán entorpeciendo siempre el espectáculo. Precisamente, a estas jugadas no se las considera como una provocación cuando es evidente los objetivos que se persiguen.

           Con todo, haciendo memoria sobre la temporada pasada, hubo hitos como los ya relatados en el “Mundial Catar 2022”, pero quedarán para la memoria, para el recuerdo épico de las gestas más inigualables, los partidos de eliminatoria jugados por el Real Madrid, primero contra el París Saint Germain que si repetimos el visionado del partido nunca podíamos haber imaginado el desenlace final; y posteriormente lo ocurrido contra Chelsea y, sobre todo, Manchester City, ni el mismo Guardiola ha procesado aquel desenlace. Por supuesto, la final contra Liverpool fue un buen desenlace, un buen partido, pero en ningún caso hubo una ruptura tan bestial como lo señalado contra PSG, Chelsea y Manchester City… 

           Si alguna vez queremos volver a vivirlo, tendremos que observar el discurrir de aquellos partidos… Aquello fue un éxtasis, un torrente de emociones, algo increíble por su dificultad suprema, una explosión de alegría sin par, pero sobre todo fue de una belleza incalculable para el fútbol por cuanto no sabemos si podremos volver a disfrutarlo, fue una ejecución sobre la marcha, sin que estuviera escrito en los anales, un subida a la cima del espectáculo que se repitió varias veces en el Santiago Bernabeu…

           6.Enero. 2023.