La normalidad en el fútbol

06.12.2018 10:01 de  MAROGAR .   ver lecturas

“Para mí, la locura es cordura. Lo normal son los psicóticos. Normal significa falta de imaginación, falta de creatividad”. (Jean Dubuffet).

          Dicen que la “normalidad” es el valor medio del comportamiento humano. O algo así. En los equipos de fútbol es típico concluir que, cuando los resultados no llegan, sacamos todos esta conclusión indiscutible: “El equipo necesita un futbolista que rompa la normalidad y resuelva partidos por sí solo”. El otro día, me apuntaba el ex entrenador de la Unión Deportiva Salamanca, Baltasar Sánchez Martín, esta pregunta muy oportuna para este momento futbolístico: “¿Por qué han desaparecido los regateadores?”. A lo mejor, la responsabilidad es de los propios entrenadores porque potenciaron al grupo muy por encima de la individualidad, incluso ésta se pliega a las normas grupales que van en perjuicio de su propia espontaneidad. Desde luego, la normalidad es subjetiva si bien a todos nos gustan los “gambeteadores”, son absolutamente necesarios para un equipo, pero analicemos la contradictoria tendencia: Alabamos a los “gambeteadores” cuando están en el equipo contrario; sin embargo, los relegamos al banquillo cuando juegan en nuestros equipos.

           El concepto de normalidad engloba la serie de expectativas que cada sociedad tiene de su gente. Sin duda, es una generalización, pero a los entrenadores de fútbol no nos gustan los partidos de fútbol de ida y vuelta, creemos planificar todo y nos gusta controlar el partido al máximo posible, de ahí que la posesión sea un buen invento para convencer a los nuestros en base a una proporción elevada de tenencia de balón. Otra cuestión sería que nos acabasen sacando los colores por perder el partido después de una posesión elevada, entre otras cosas porque solo utilizamos los aspectos defensivos de aquella. En ese descontrol operativo, el “regateador” no se encomienda a nadie y siempre intentará acercarse a la portería contraria dejando atrás a múltiples defensores. Sin importarles perder el balón en las intentonas de regatear a todo lo que se mueve…

           El problema es cuando el “regateador”, tildado de individualista, se inhibe en las obligaciones defensivas de equipo y facilita la labor del equipo contrario porque no se le presiona después de pérdida. Este jugador “anormal” es despreciado generalmente cuando hace su labor futbolística a medias. Ahora bien, es bastante difícil conciliar todos los perfiles de normalidad, sin duda un entrenador y sus futbolistas entienden lo que es correcto en cada momento del partido. Incluso, se podría hablar de “criterios estadísticos” (Lo más probable); “criterios biológicos” (Más complejo de llegar a una conclusión); “criterio social” (Aquello que culturalmente se entiende en una época concreta); “criterio subjetivo” (Se tiende a considerar normal todas nuestras conductas).  En realidad, todo conocimiento es construido a través de la interacción del individuo con la sociedad y su ambiente, y la normalidad sería la idea construida en ese marco. 

            Hay un futbolista del Barcelona que hace unos días creaba problemas de adaptación al grupo. Sin mayores rémoras, el entrenador lo puso a jugar y resultó que su rendimiento fue excepcional, su capacidad innata de regate, su resolución ante situaciones caóticas, fue muy superior a la normalidad generalmente aceptada. Dembelé confirmó que no solo es un activo caro para el Club, sino que su forma de juego es positiva, equilibrada por cuanto el regate lo acompaña de gol, logrando un rendimiento impensado unos días antes. Por lo que la normalidad volvió al equipo y su rendimiento fue adecuado y exageradamente “anormal” si lo comparamos con sus prestaciones anteriores más próximas. ¿Cuál fue la clave para entender esta evolución tanto interna del equipo como del entorno barcelonista? Para mí, la confianza, el saber estar y liderazgo de Valverde fue fundamental porque “no quiso comerse a los hombres crudos” horas antes de experimentar la actuación del delantero Dembelé. Y no fue una construcción teórica sino una realidad tangible, el futbolista hace cosas con el balón que antes debían ser habituales (para eso se le fichó), pero que, ahora, parecían excepcionales y distintas al resto de sus compañeros. Por tanto, la aceptación del grupo facilitó su mejor rendimiento y comportamiento personal. Así que se confirma el dicho de M. L. Stedman en “La Luz entre los océanos”: “A veces, olvidar es la única forma de volver a la normalidad”. Sinceramente, me pareció una buena gestión del equipo y su entrenador la puesta en normalidad del “regateador” Dembelé…

          Es verdad que están desapareciendo los “gambeteadores” como hiciese público Marcelo Bielsa no hace tanto. El martes 27 de febrero de 2018 un informe del “CIES Football Observatory” reveló a los mejores “gambeteadores” del mundo, con un exhaustivo análisis técnico estadístico de los jugadores que componen las cinco principales ligas del fútbol europeo (España, Francia, Reino Unido, Alemania e Italia). Evaluó dicho estudio entre otros factores todos los intentos de regates y el porcentaje de cuántos han acabado con éxito, tomando la cantidad de regates con éxito durante un determinado partido. Quizás convenga dejar constancia de este detalle: 1. Eden Hazard (Chelsea), 6,4 regates x 90 minutos (75% de éxito).2. Neymar (PSG), 7,3 regates x 90 minutos (62% de éxito).3. Lionel Messi (FC Barcelona), 5,5 regates x 90 minutos (62% de éxito).4. Tanguy Ndombelé (Olympique Lyon), 3,7 regates x 90 minutos (74% de éxito).5. Mousa Dembélé (Tottenham), 3 regates x 90 minutos (88% de éxito).

            En mi primer libro “La Ignorática y el fútbol” ya plasmaba aspectos significativos de ese tipo de jugador distintivo y transcribía allá por 2009 un maravilloso pasaje del libro de Osvaldo Soriano, “Memorias del Míster Peregrino…” que “Hay tres clases de futbolistas: A). Los que ven los espacios libres, los mismos que cualquier payaso ve desde la tribuna y los ves y te ponés contento y te sentís satisfecho cuando la pelota cae donde debe. B). Después están los que de pronto te hacen ver un espacio libre sin más, un espacio que vos mismo y quizá los otros podrían haber visto de haber observado atentamente. Esos te toman de sorpresa. C). Y luego hay aquellos que crean un nuevo espacio. Esos son los profetas. Los poetas del juego”. Por supuesto, conviene repetirlo en estos momentos de escasez de “regateadores”, no se puede prescindir de los “poetas del juego” que tardan en salir y evolucionar para que disfrutemos de ellos, como en otros aspectos del fútbol. 

         Espero, Balta, que estos mis argumentos te sirvan, igual que mis deseos a futuro de poder disfrutar de estos futbolistas singulares.

         Salamanca, 6. diciembre de 2018.