Fútbol y ballet.

30.11.2017 23:49 de  MAROGAR .   ver lecturas

“Después de un movimiento efectuado sin mucho esfuerzo, usted no descansa para reponer energías, sino para observar los cambios que se han operado durante la acción”. (Feldenkrais).

Sigue siendo el fútbol un universo por descubrir. Opiniones hay donde el fútbol bonito es comparable al ballet en lo que se refiere a la estética de los movimientos, a la expresión corporal, a la belleza de la puesta en escena en las variadas realizaciones armónicas de los bailarines. Hay futbolistas que nos cautivan con el balón en los pies, son capaces de moverse frágilmente y con esa “souplesse” distinguida (flexibilidad artística) que nos encanta. Tendemos a pensar que el ballet es una actividad femenina y el fútbol es de “machotes”, por eso es difícil sustraerse y que ambas disciplinas puedan llegar a asociarse. Disfruté en su día con Z. Zidane que, como futbolista, manejaba, conducía, armónicamente corría hacia atrás sin perder el control de la pelota, se desplazaba lateralmente con un ritmo impropio de un hombre voluminoso en aparente ritmo perezoso, siempre con la cabeza alta observando la totalidad del juego con periscopio; otras veces pasándose el balón por la espalda, sin pérdida de equilibrio, como si se tratase de un base de baloncesto aunque manejando con los pies, todo un dechado de técnica con balón y expresión física de bailarín profesional. Para mí es un ejemplo paradigmático, un disfrute irrenunciable del fútbol con las virguerías de aquel “falso lento” tan querido, desplazándose como de puntillas, acariciando siempre la redonda, aportando un ritmo inconfundible capaz de regatear con su “rodada marsellesa” y también de marcar aquel gol sinfónico de “La Novena” que el Real Madrid consiguió en “Champions League”, con aquella coreografía suprema.

Recientemente supimos que, en diciembre de 2003, el rápido ascenso del Queen’s Park Rangers hasta el primer puesto de la Segunda División inglesa, se escondía un secreto. Al parecer, los jugadores y el director técnico del equipo asistían a clases de danza con el Ballet Nacional de Inglaterra. El entrenador, Scott Rushton, aseguró que “la compañía de ballet estaba interesada en nuestras técnicas para aumentar la resistencia física”. Lo cual dio lugar a un intercambio de experiencias muy provechoso: “Las bailarinas son muy flexibles y tienen muy poca grasa. Podemos adaptar su dieta y su forma de trabajar a nuestro favor”. Cualquier jugador, cualquier aficionado, no acabarán de entender esta mixtura, pero el fútbol nos sorprende todos los días con actuaciones poco estandarizadas. Nada que ver con lo que se publicó el 20. octubre.2017, cuando el entrenador del Wolfsburgo, Martin Schmidt, impuso esta norma: “Los jugadores están obligados a lavarse los dientes después del esfuerzo físico”. Dicho así, parece un nuevo misterio indescifrable del fútbol, una norma “estrambótica” pendiente de desvelar su difícil entendimiento. De hecho, todos tuvimos entrenadores que ni siquiera nos dejaban beber agua en los entrenamientos, incluso en días con más de 30 grados de temperatura. La explicación de Schmidt en el Wolfsburgo fue: “Al final de los entrenamientos, la acidez se crea dentro de la boca. Esto ataca las encías y termina directamente en la sangre, por lo que cepillarse los dientes ayuda a recuperar la energía mejor: prevenir la acidez”. El tiempo nos aclarará si dicho razonamiento es una nueva brujería futbolística similar a la que nos presentan con el ballet.

Lo curioso resulta que, en el Östersunds, rival del Athletic de Bilbao en “Europa League”, sus jugadores realizan entrenamientos culturales, exposiciones y representaciones desde que Daniel Kindberg asumió la presidencia en 2011. El entrenador Graham Potter inició dicho proyecto artístico: “El propósito de todo lo que hacemos, incluido el trabajo en la Academia de Cultura, es ganar partidos. Esa es la regla número uno, tratamos de crear este entorno de entrenamiento poco ortodoxo. Y ha funcionado incluso mejor de lo que pensábamos…” Hasta llegaron a poner en escena “El lago de los cisnes”, el técnico Potter asegura que “esto los hace mejores jugadores y mejores personas, el objetivo es ayudar a jugar mejor al fútbol”. Lo que también desconocíamos es que el Athletic de Bilbao desarrolla desde hace dos años un proyecto cultural para fomentar la literatura e implica a jugadores, técnicos y directivos del club. Por mi parte, tengo dudas de que los mejores resultados deportivos se puedan asociar a este tipo de actividades muy poco relacionadas con el entrenamiento intensivo y profesional de futbolistas orientados a ganar partidos de fútbol…

    Un artículo de la BBC aseguró que el ballet clásico ha ganado popularidad como una forma de ejercicio sin caer en la desvirtuada imagen de “niñas con tutús rosados”: “Cuando los bailarines profesionales bailan en el escenario, lo que vemos son poses perfectas y agraciados movimientos, pero de cerca es evidente que el esfuerzo es arduo y el sudor corre”. Significando: “Las clases se enfocan en muchas partes diferentes del cuerpo: brazos, piernas, músculos del estómago, pies y tobillos, que se van tornando cada vez más fuertes y firmes. Practicarlo regularmente puede mejorar la postura y el equilibrio, lo que resulta en una figura más larga, delgada y elegante. Es, no obstante, una forma extrema de movimiento que ejerce mucha presión sobre las articulaciones. Los beneficios físicos del ballet se empezarán a notar en cuestión de unas pocas semanas de asistencia regular a clases, además de la actividad física, el ballet es excelente para la salud mental”. Se asegura que el futbolista Rio Ferdinand se entrenó como bailarín de ballet y en Estados Unidos es común que los futbolistas tomen clases. Del mismo modo, se cita que el equipo escocés de rugby 7 recibió entrenamiento psicológico del ex bailarín de la compañía de ballet rusa “Bolshoi Misha Botting…”, estos deportistas entienden que el ballet hace que sus músculos sean más fuertes y mejora su equilibrio y postura”. Y una referencia más. Los jugadores del equipo Wigan Warrior, sub-19, de la Liga inglesa de rugby, toman clases semanales de ballet. Uno de sus jugadores señaló: “Yo creía que era solo para chicas, pero es más duro de lo que parece”. Los entrenadores dicen que “la elasticidad y la fuerza que desarrollan con los movimientos de la danza les ayudan a aumentar la potencia y a evitar lesiones”.

Aparte mi propio escepticismo, estas nuevas ideas rompen con la eterna aseveración fatua de que “en el fútbol ya está todo inventado”. Pero, para alucinar en colores, leo una noticia sorprendente (AS,28.11.2017): “El secreto nunca sabido del gol de Zidane en Glasgow: ahora todo encaja…” ¿Todo encaja? Más bien me desencaja… Con vídeo y todo, aseguran que la plasticidad de Z.Z. tiene su origen en la decisión del padre de Zidane de inscribirlo para practicar judo. Una teoría desmesurada, desconectada, indescriptible, alucinante sin más. Viendo el vídeo en cuestión, me asombra tan extravagante teoría…

Salamanca, 30. noviembre. 2017.